Fundación Cristino de Vera - Espacio Cultural CajaCanarias
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Nicolás Massieu y Matos nace en el barrio de Vegueta de Las Palmas de Gran Canaria en 1876 y fallece en Ciudad Jardín, en 1954. Es un miembro destacado de una familia con una amplia tradición artística que se inicia con su tío abuelo, Manuel Ponce de León y Falcón (1812-1880), seguido por su tío directo, Nicolás Massieu y Falcón (1853-1934). Su sobrina, Lola Massieu (1921-2007) fue a su vez una de las representantes de la pintura abstracta más importantes de España del siglo XX.
Se formará como pintor de la mano de su tío Nicolás, pintor romántico, primero en su taller de la casa familiar, y después en la Escuela Municipal de Dibujo, promovida por la Real Sociedad Económica de los Amigos del País de Las Palmas de Gran Canaria. Completará su educación artística viajando a Roma en 1901, pero sobre todo a París, donde permanece poco más de un año, entre 1905 y 1906.
En la capital francesa frecuentará la Academia Camilo del pintor Eugène Carrière, en el bulevar de Clichy donde se iniciará a la modernidad y conocerá las primeras vanguardias. En el Salón de Otoño de 1905 tendrá ocasión de visitar las exposiciones de Paul Cézanne y de Auguste Renoir. Fue, a su vez, testigo de la primera muestra de la pintura fauvista de Henri Matisse, André Derain, Maurice de Vlaminck, Henri Manguin, Albert Marquet, Jean Puy y Émile Othon Friesz, que había sido promovida por el maestro Carrière.
A partir de su regreso a Canarias en 1906 y hasta los años 50, Massieu dominará la plástica insular. Fue el introductor en el archipiélago de la modernidad y el post-impresionismo, fruto de sus experiencias y de una agudizada comprensión de la pintura. Consumado retratista en el inicio de su carrera, se adentra muy pronto en el paisaje. Su pasión por la observación de la naturaleza le lleva, durante toda su trayectoria creativa, a realizar unas reproducciones fieles de cada rincón de su isla natal, Gran Canaria. Con un dibujo de gran precisión y un gran sentido del color, Massieu ha plasmado los paisajes de Canarias con una excepcional expresividad personal.
Eduardo Westerdahl, en unos artículos que publica con ocasión de la exposición individual del pintor, en 1948, en el Círculo de Bellas Artes, reconoce los valores plásticos excepcionales de los paisajes de Massieu. Con unos simples pinceles redondos, esculpe, en la materia pictórica espesa, cada elemento del paisaje: acantilado, montaña, barranco, árbol, flor, roca, tierra, hierba, casa. Cada uno reencuentra su lugar, su densidad, su peso, su materialidad dentro del lienzo. Pero también lo hace con el aire, el viento, la luminosidad, la frescura del invierno, la luz cenital del medio día, la calima de la primavera, el calor sofocante del verano en la cumbre. Massieu compone con los valores ambientales, en definitiva con el tiempo y el espacio, unos paisajes llenos de realismo, a partir de un profundo conocimiento de los lenguajes de la naturaleza y con una celebración de colores.