El artista Rafael Monzón Grau Bassas (1910-1989), Felo Monzón, ocupa un lugar destacado en la historia del arte de Canarias del siglo XX, por su vasta obra y por el interés en la difusión del arte y su evolución, sobre todo de la vanguardia artística.

Monzón inició su actividad en el marco de la Escuela Luján Pérez, en Las Palmas de Gran Canaria. Comenzó como alumno para luego ser profesor y, finalmente, cumplir funciones de director, cargo que desempeñó hasta el final de sus días. Se mantuvo fiel a los principios de la Escuela defendiendo el sentido de la libertad creativa, y el respeto a la personalidad del artista.

La producción artística de Felo Monzón es el resultado de un estudio detenido, una investigación minuciosa y tenaz del entorno, de la historia del arte en sus diversas épocas, y de numerosas técnicas y estilos artísticos. Ejecutó sus obras mediante profundos análisis del color, la luz, la materia y, sobre todo, de la composición.

Su obra se extiende a lo largo de distintas etapas diferenciadas, pero enlazadas entre sí de forma coherente por la presencia constante del rigor compositivo y del gusto por lo geométrico. La primera etapa muestra signos indiscutibles del expresionismo, época en la que surge el movimiento indigenista al que se suman otros alumnos de la Escuela. En este periodo, Felo Monzón crea un gran número de obras dotadas de una indiscutible y diferenciada personalidad, piezas que son el resultado de un detenido análisis de la realidad, del entorno y del hecho de «lo canario». En este sentido, pone el énfasis en los rasgos étnicos, en el paisaje y en la luz —plasmados en la obra mediante ejercicios de síntesis—. Los distintos elementos que vierte en el cuadro se funden en cada composición.

Más tarde, el artista evoluciona hacia una etapa de transición, adscrito a ciertos principios del surrealismo, y en la que sus creaciones ofrecen signos propios de su concepción estética. Sus obras, aunque contienen algunos rasgos surrealistas, muestran el gusto del artista por el rigor compositivo. En esta época es cuando aplica ciertos principios ligados a las teorías de Fray Luca Paccioli, como la denominada sección áurea. Alejándose de las reproducciones figurativas —a pesar de que se observan ciertas figuritas o idolillos que recuerdan al mundo aborigen canario—, sus obras reflejan un universo de explosiones, de formas lávicas, que se expanden por el cuadro, pero con la presencia de ritmos ortogonales que contienen esas imágenes eruptivas.

Ya en la línea de una búsqueda depurada de la composición geométrica y del rigor puro, las obras de Monzón definen su etapa constructivista. Es una época de composiciones que revela nuevos elementos: profundos análisis de la luz y el color —aplicado con la técnica de las veladuras— y, sobre todo, por el uso de la materia en los cuadros.

El artista concibe sus obras dotándolas de su propia personalidad, a pesar de su adhesión a la línea definida por el constructivismo, así se enmarcan definitivamente en el campo de la abstracción geométrica. Monzón crea un gran número de piezas variadas de innegable lirismo, logrado por las composiciones en las que se funden los citados elementos. No obstante, el artista alcanza su plena definición mostrando el gusto por el orden y la exactitud compositiva en la ejecución de sus trabajos, vinculados a los principios del cinetismo. Su interés, como definían los artistas cinéticos, se centra en la búsqueda de la plasmación del movimiento a través de los elementos del espacio y el tiempo. Monzón desarrolla sus obras cinéticas en la vertiente óptica, y para su ejecución utiliza la línea de proporciones establecida por la serie aditiva de Fibonacci. Realiza muchas de sus obras en las denominadas Cajas cinéticas, y en una gran cantidad de esas piezas Monzón se vale de la línea curva, en su interés por reflejar el movimiento.

A lo largo de las distintas etapas por las que pasa su producción, el artista genera una extensa obra gráfica, que exhibe junto a un variado número de escritores y en revistas de la época.

Sin embargo, el interés que muestra por el arte no solo se observa en su extensa producción artística, sino también en la importante labor divulgativa y en su función pedagógica, que ejerce a través de la Escuela Luján Pérez y en multitud de conferencias.

La repercusión de sus enseñanzas se aprecia tanto en las distintas generaciones que han pasado por la Escuela como en la actividad de numerosos artistas, que han participado en tertulias y continuas conversaciones con Felo Monzón.

Organiza

Fundación Cristino de Vera - Espacio Cultural CajaCanarias

Lugar

C/ San Agustín, 18. C.P. 38201
San Cristóbal de La Laguna
Santa Cruz de Tenerife